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#TBT9: Eibar-Depor. "Facendo Amigos en Eibar"

A CENTENARIAZO, TAMBIÉN “FACENDO AMIGOS” EN EIBAR

Bienvenidos a una nueva entrega del #TBT de A Centenariazo, aunque algunos de los nuestros todavía no sepan lo que significan esas siglas. Esta semana voy a recordar lo bien que lo he pasado con la peña asistiendo al Eibar – Depor (Temporada 2013-14). Lo primero de todo me presento, soy Nacho, el del huevo, presente en los dos viajes con la peña a Eibar, tanto en segunda, como en primera división. Los de Eibar, viajes gamberros donde los haya, han sido viajes de similitudes, de encuentros con peñas amigas, alguna que otra cheíña (y además bien gordiña), un pacto, una victoria, un empate y muchos sucesos en parte censurables… Espero no alargarme mucho con este relato, porque dos viajes de la Centenariazo podrían dar hasta para una serie de novelas por fascículos de las que se venden en los quioscos.
Los hechos ocurridos durante la primera temporada que fuimos a Ipurúa, al menos los que mi ebrio recuerdo me permite recordar, comienzan cuando alquilamos un bus donde ya todo se empezó a salir de mano. Lo que pintaba como un relajado paseo por las mesetas castellanas hasta llegar al País Vasco se convirtió en un auténtico despiporre cuando “el del área social” apareció con una más que generosa dosis de licor de hierbas, que ayudo a bajar los suministros de cerveza que otros, igual de pilluelos, habían colado en el autobús.


Con tantas paradas, momento perfecto para suministrarse con otras tantas latas, el viaje a Eibar se fue alargando, hasta que llegamos al hotel, donde pudimos encontrarnos a nuevos y viejos amigos: Oskitar, proveedor de empanadas para pasar las resacas en el estadio y representante de la peña en el País Vasco; los archiconocidos Miau Miau de Barcelona, que contribuyeron a hacer este viaje aún más loco, con su garrafa de licor café camino al estadio, esas camisetas negras y azules que combinan perfectamente con la bandera de las tierras celtas y como no, con unos simpaticones compañeros de fiesta que lo mismo duermen en el pasillo del hotel que en la habitación de algún Centenariazo.
Temo reconocer que por “falta de sueño”, a causa de esos partidos que nos ponen a las 12 de la mañana, no conseguí estar atento a todo lo acontecido en el estadio; tanto que tuve que leer la crónica del partido al día siguiente. Reconozco que no soy como “el sargento”, que tuvo fuerzas para estar cuadrado y listo para salir al estadio al canto del gallo. Fuerza inhumana donde las haya para madrugar e ir a la cafetería del hotel a tomar sus primeras garimbas. Todo ello tras una cenita en el centro gallego de Eibar, bailes con señoras a costa de nuestro peñista terremoto, mucha comida, aún más bebida y espectáculo pirotécnico para acabar la velada. La noche terminó con fiesta, mucha fiesta, quizás hasta demasiada. A Centenariazo ya tenía tomado el centro de Eibar. Puede que fuera una señal de lo que iba a acontecer al día siguiente. Una vez más adelantamos acertadamente acontecimientos a la hora de celebrar, ya podíamos tener la misma visión para las primitivas.


De esos recuerdos del partido que os hablaba antes cabe mencionar: licor café, garimbas mañaneras, una retahíla de cánticos, un gol al inicio, muchas ocasiones para el Eibar y casi tantas tarjetas para el Depor. Menos mal que no estaba “el mayor” para recriminar con su falta de tacto habitual la patética labor del colegiado en esa fría mañana de domingo.


Lo que siempre quedará presente en mi memoria es la noche del día anterior al partido, donde hubo risas para no haber parado en lo que restaba de temporada. ¡Vaya panda de chalados se habían metido en aquel autobús! Convertidos los kalimotxos (los más finos con licor de mora) y los pintxos en el rancho oficial de la peña, alguno no supo frenar y acabo “tocado y mangado”, ¿o era “tocado y hundido”? Como “el psicólogo de la peña”, que tuvo la desgracia de llevarse una herida de guerra al no mantener el equilibrio durante la noche y se rompió las gafas. Esa piececita de metal que faltaba en sus gafas quedó para siempre como el recuerdo de lo que significa un gran fin de semana con amigos. 

La noche fue decayendo a medida que los nuestros iban cayendo rendidos uno tras otro… y es que como bien os he contado antes, al día siguiente teníamos grandes planes. Después del partido, y ya en el viaje de vuelta a Madrid, se convirtió en leyenda la siempre archiconocida canción de “parada pis”. Y es que después de tantos pintxos, cubatas y kalimotxos el viaje pudo durar entre dos y tres veces más de lo habitual. Las flojas vejigas que me gastan los peñistas fueron la excusa perfecta para prolongar las paradas a “repostar” en las gasolineras, hasta que conseguimos hartar la paciencia del conductor.

Después de haber compartido un fin de semana de los que marcan época nadie quería volver. Alguno sí que quería dormir, aunque a duras penas lo consiguieron, con el alboroto que montaban ilustres de la peña, como “el asturiano”, que no callaba “ni debajo del Barceló”. Un viaje que salió de 10, una gente que se portó de 10, aunque no les haya mencionado a todos, una ciudad que nos trató de cine, todos dispuestos a divertirnos como si el mañana no fuera a llegar.

Y vamos con el viaje a Eibar del año pasado, ¿qué se me viene a la cabeza? Lo primero, este segundo viaje no fue tan salvaje como el anterior, fuimos menos Centenariazos y, no sé si por el paso de los años, que nos hace más civilizados, o por la falta de algún elemento corrosivo (y no miro a nadie, jejeje), el caso es que el viaje fue más tranquiliño. Lo mejor fue disfrutar de la compañía de los amigos, “facendo amigos”, lema de nuestra peña, A Centenariazo; estábamos allí mi hermano Alberto, Nachete, el Presi, Fazo y yo. Además estaban mis hermanos de la Peña Anduriña de Llodio: Manu, Patxi, Carlos, Lucho y alguno más que se me escapa. No me olvido de Oskar, deportivista en Euskadi que se portó con nosotros de maravilla y de esa parejita formada por Simón “Nubi” y su novia Judit, que aunque es del Alavés, al fin y al cabo es otro Deportivo…

Pues este gran grupo nos juntamos a comer en el Centro Gallego de Ermua, localidad vecina de Eibar. Allí nos ventilamos una churrascada, cuyo colofón fue el Pacto de Ermua, un compromiso de volver a juntarnos en otra ocasión, por ejemplo en la bodega propiedad de Judit. El compromiso lo firmamos en algo tan típico de las churrascadas como un mantel de papel, que ahora tiene a buen recaudo el Presi. Y de allí salió la mítica cancioncita conmemorativa: “Pacto de Ermua, lalalalalala, pacto de Ermua…” utilizando el tema clásico de la música disco de Gloria Gaynor “I love you baby”.

También recuerdo lo bien que se portó con nosotros la gente de Eibar, y mira que les habíamos “fastidiado” el año pasado, porque con el empate en el Camp Nou habían descendido a Segunda. Pero ni eso, la gente de Eibar no pudo ser más amable y cordial, creo que gallegos y vascos mezclamos muy bien, jejeje.

El partido fue para olvidar, como toda la segunda vuelta del año pasado, y si no es por Fede Cartabia hubiéramos perdido. Gracias a él sacamos un empatito.
Y tranquilos, que no me olvido de la fotito famosa. Un fotógrafo avispado y un poco cabroncete aprovechó uno de mis cabreos con Oriol Riera por no llegar al enésimo balón para captar una instantánea, parece que le estoy pegando un “fotón” (hostión en koruño) a mi amigo Nacho. Al principio no me gustó demasiado la foto, pero bueno, hay que tomarse las cosas con humor…
En definitiva, Ipurúa es un campo con encanto que vale la pena visitar, y por supuesto Eibar. Seguro que como otras veces, este año algún Centenariazo encontraréis por allí y como siempre, estará facendo amigos.

P.D.: A todos los americanos que nos leéis, no tengáis vergüenza y veniros de visita a comer “jamón” al Bergan, animar al Depor y a pasarlo bien. Aquí os esperamos a todos con los brazos abiertos.









Con el famoso "Pacto de Ermua" en el centro gallego de esta localidad